El Lobo

Las raíces del perro

"La evolución es un hecho evidente. La selección natural actúa en los seres vivos favoreciendo a los más adaptados y con más probabilidad de reproducirse. Pero el hombre ha influido de forma determinante en las especies domésticas, según sus intereses, a lo largo de miles de años"

Las evidencias científicas señalan al lobo como especie a partir de la cual surgió el perro. Durante mucho tiempo, se ha creído que el chacal también podía haber originado algunas razas. Antes de los avances en genética, la tesis del lobo era avalada por las similitudes en las pautas de comportamiento y por rasgos morfológicos. Observando algunas razas, parece difícil cree que éstas provengan del lobo, por su gran diferencia, pero es cierto que diferentes subespecies de lobo darían lugar a diferentes tipos de razas.

Además, hay que destacar el papel que ha tenido el hombre en la evolución del perro, ya que generación tras generación ha seleccionado qué individuos tendrían descendencia, para obtener animales con ciertas características morfológicas y de comportamiento; al principio se escogían por su aptitudes para la defensa o la caza, pero en los últimos siglos muchas de las razones eran puramente estéticas. Este hecho ha acelerado enormemente la diferenciación entre razas y la diversificación; la evolución selecciona, de forma gradual, a aquellos individuos que genéticamente están mejor adaptados y tienen más posibilidades de reproducirse en el medio natural, pero en el caso del perro este factor ya no es tan determinante, porque actúa una selección artificial, que a la vez acelera el proceso.

Los datos no son concluyentes, pero sugieren que los primeros perros aparecieron hace unos 15.000 años, aunque otros estudios señalan que mucho antes ya había una convivencia entre humanos y lobos. A este proceso se le llama domesticación. Al principio, lobos y humanos competían por la comida; ambos eran cazadores y perseguían las mismas presas. Compartían territorio e interaccionaban a menudo; es probable que el hombre matara lobos que se acercaban demasiado a sus asentamientos en busca de comida, y viceversa.

Pero los cachorros de lobo, por su carácter amigable y juguetón, curioso y despreocupado, puede que fueran adoptados y criados entre humanos, si éstos los encontraban. Las dos especies se asemejan en las relaciones sociales dentro de su grupo, de tipo jerárquico, en su territorialidad y en la forma organizada de cazar en grupo. El hombre aprovecharía estas similitudes en su beneficio, una vez el animal se hubiera integrado entre los hombres, y se serviría de su ayuda en tareas como la caza o la defensa, aprovechando sus sentidos tan desarrollados.

Más adelante, la cría selectiva y la especialización para ciertas tareas, cambiarían la morfología y la conducta (más dócil), y se produciría la rotura definitiva con su pariente salvaje, el lobo. La fisiología también se vería alterada, ya que ha diferencia del perro, el lobo alcanza la madurez sexual a los dos años, la hembra sólo tiene un celo al año (a finales de invierno), el cortejo es largo y lleno de matices, tienen una media de 4 lobeznos, y son monógamos. En el terreno del comportamiento, se produce el fenómeno de la Neotenia; el perro se asemeja a un animal joven de lobo, y no llega a madurar nunca, en la mayoría de los casos.

El estudio de los lobos es muy importante para entender a los perros, porque su comportamiento y muchos de sus hábitos tienen un origen y una explicación lógica si nos remontamos a su ancestro de vida salvaje. ¡ A partir de ahora, miraremos con otros ojos a un Chihuahua !