Obesidad (2ª parte)

Un mal hábito

"Solucionar el problema es una cuestión de voluntad nuestra, y no de nuestra mascota. Una vida sedentaria y una mala alimentación les causará graves problemas, y no será fácil cambiar los malos hábitos adquiridos"

En la primera parte hablamos de la importancia de mantener a nuestra mascota cerca del peso ideal, y como podemos detectar el sobrepeso, mediante la palpación. Las consecuencias de la obesidad pueden se más graves de lo que nos pensamos, ya que afecta a todo el organismo y no es sólo una cuestión estética.

Los problemas asociados a la obesidad, más frecuentes son:

- problemas dermatológicos

- problemas cardiovasculares (enfermedades cardíacas por sobre esfuerzo)

- artrosis por sobrepeso

- enfermedad periodontal (sarro, halitosis, gingivitis, infección oral)

- cálculos urinarios

- diabetes

Además de los ejemplos nombrados, existen más inconvenientes tales como complicaciones en cualquier tipo de cirugía o intervención (por la anestesia o por la cantidad de tejido graso que el cirujano encontrará) o en el tratamiento de otras patologías (por ejemplo, tendremos que dar más pastillas, ya que se basan en el peso, y pueden padecer efectos adversos).

Así pues, por muchas “caras” que ponga nuestro compañero, por su bien, tenemos que ser estrictos, educarlo en una dieta equilibrada, con premios ocasionales (no de forma rutinaria), y siempre teniendo en cuenta la edad, la raza, el tamaño, y el ejercicio que realiza. Las marcas comerciales punteras en el sector, ofrecen gamas muy variadas, para que el propietario pueda escoger el pienso más adecuado. Los piensos de supermercado a veces son ricos en grasas que los hace más apetitosos, pero que son deficientes en nutrientes esenciales y pueden llevar a desequilibrios alimentarios. En muchas ocasiones, da la sensación de que producen más cantidad de heces, y eso es porque no aprovechan lo que ingieren, por la falta de calidad del producto.

Una práctica habitual es el hecho de dejar comida durante todo el día, para que ellos se autorregulen. Para asegurarse de la cantidad y frecuencia, es mejor alimentar de manera rutinaria, a las mismas horas, cierta cantidad, porque sino podemos pecar de generosos. En el caso de los gatos no es tan problemático (los premios y la inactividad son una causa más frecuente de obesidad en los felinos), pero en los perros, esta forma de alimentarlos puede suponer un problema. Los perros, por su naturaleza, están programados para comer tanto como sea posible, rápidamente, porque genéticamente piensan “¡nunca se sabe cuando volveré a comer!”, aunque estén domesticados, y pedirán más con caras muy persuasivas. Un par de veces al día (almuerzo y cena), después de hacer un poco de ejercicio, es una buena elección fácil de seguir, que mantendrá a tu mascota satisfecha.

En caso de obesidad, un programa de reducción de peso, combinando una correcta alimentación rica en fibra, y ejercicio regular, aplicado de manera gradual, ayudará a que tu amigo disfrute de una vida más larga y de calidad. Llevar un registro del peso de tu mascota va bien para saber si lo estamos haciendo bien. Es una tarea de la que toda la familia debe estar informada, y apreciar la importancia y los beneficios que supondrá. Ellos no tienen fuerza de voluntad, así que los tenemos que ayudar. Cualquier duda o sospecha de enfermedad, hay que dirigirse al veterinario para recibir el consejo profesional adecuado sobre las medidas que tenemos que aplicar.

 

Obesidad (1ª parte)