CRF

Complejo Respiratorio Felino

Más que un simple resfriado

" La vacunación se muestra muy eficaz para prevenir el contagio, y se recomienda a los individuos jóvenes porque esta enfermedad puede ser mortal...."

El complejo respiratorio felino es el conjunto de síntomas respiratorios producido principalmente por el virus del herpes felino tipo 1 y el calicivirus, y en ocasiones acompañados de infecciones bacterianas como la Chlamidya, la Bordetella o el Micoplasma. Esta enfermedad afecta sobretodo a gatitos recién nacidos que no han recibido leche materna y adultos inmunodeprimidos (con problemas en las defensas, como por ejemplo por estrés o los afectados por Leucemia Felina o el Virus de la Inmunodeficiencia Felina), y el contagio es por el contacto con gatos callejeros, que acostumbran a ser el reservorio, es decir, han superado la enfermedad, pero son portadores del virus y lo liberan intermitentemente.

Un animal sano presenta una forma leve de la enfermedad, ya que sus defensas combaten los virus e impiden que las bacterias se instauren. La vacunación se muestra muy eficaz para prevenir el contagio, y se recomienda a los individuos jóvenes porque esta enfermedad puede ser mortal.

Como ya hemos dicho, se observa un cuadro respiratorio, con signos como:

- tos y estornudos

- congestión nasal y secreción

- dificultad para respirar (abren la boca para respirar)

- conjuntivitis y lagrimeo

- úlceras bucales y saliva mucho

Además se acompaña de fiebre y falta de apetito. El animal presenta un mal aspecto general, porque deja de limpiarse y se muestra apático. En hembras puede producir abortos, y en gatitos pueden quedar secuelas como artritis o sinusitis.

El diagnóstico se basa en la historia clínica y en un examen físico general. Es habitual en otoño e invierno, por el cambio brusco de temperaturas (sobretodo si el animal acostumbra a salir de casa), ya que afecta a las vías respiratorias y favorece la entrada del virus. Se contagia fácilmente dentro de una comunidad de gatos que no estén vacunados, a través de las secreciones nasales o la saliva.

El tratamiento es de soporte, es decir, se aporta al cuerpo lo que necesita para combatir los síntomas y resistir el curso de la enfermedad, pero no existen fármacos contra estos virus. Fluidos, calor y una alimentación apetitosa son la clave, ya que la debilidad puede ser fatal. Se administran antibióticos para evitar la infección de bacterias oportunistas, que pueden complicar la enfermedad con bronquitis y neumonía.

Las vacunas reducen la posibilidad de contagio, ya que estimula la producción de defensas que actuarán en caso de entrar en contacto con los virus. Así reduce el tiempo de respuesta del organismo, y atenúa los signos. En caso de los gatos jóvenes, puede ser la diferencia entre vivir o una larga hospitalización con pronóstico reservado.