Niños y Perros

Amigos para siempre

"Los niños deben tener contacto con los animales, y una mascota puede ser una gran experiencia para ellos. Pero un niño no es completamente consciente de lo que significa su cuidado, y es responsabilidad nuestra explicarles cómo cuidar y tratar a un animal."

Muchos padres se enfrentan a la petición de una mascota, por parte de sus hijos. Los animales despiertan la curiosidad de los niños, porque son seres vivos con los que se pueden relacionar fácilmente, y obtener horas de diversión y buena compañía. Pese a que puede parecer ideal, hay que valorar nuestra situación (económica, laboral, etc.), antes de acceder al capricho de un niño. La interacción con los animales es buena para nuestros hijos, ya que aprenden muchas cosas por propia experiencia y asumen responsabilidades sobre otro ser. Pero si no los concienciamos y les enseñamos cómo tratar a una mascota, tendremos problemas en el futuro.

El perro es el tipo de mascota que requiere más atenciones, y con la que más se interacciona, debido a su naturaleza. Debería estar bien socializado con los niños, es decir que, ha tenido contacto con niños antes de cumplir los 3 meses de edad. De esa manera evitamos que el perro se asuste o reaccione de forma defensiva, ante la presencia de un niño y sus juegos. La raza y el tamaño, también son cruciales, ya que un perro de gran tamaño, incluso con las mejores intenciones, puede hacer daño a un niño con su forma de jugar. También hay que estar seguros de la educación y adiestramiento recibidos, y estar familiarizado con su lenguaje corporal.

Los niños, aunque a menudo les encantan los animales, no interpretan bien sus reacciones y los tratan a su manera, que no siempre es la mejor para la mascota. El perro no deja de ser un animal que se relaciona de manera jerárquica dentro de la familia, y aunque puede disfrutar con los niños mientras juegan, tal vez se comportará de otra manera en situaciones diferentes. Ellos no entienden a los niños, y tienden a seguir unas reglas establecidas por el propietario adulto.

Hay que educar a los niños para que traten al animal con respeto, sin hacerle daño. Muchas veces, las mascotas son sometidas a “juegos” por los niños, que se parecen más a torturas medievales. Es importante enseñarles qué tipo de juegos son apropiados para ambos, y cuáles son las reglas que hay que seguir para la convivencia. Hacerles entender que nuestras mascotas también sienten dolor, agradecen las caricias y que hay algunas cosas que no están permitidas (molestarle cuando duerme o come, zonas sensibles, etc.). Por supuesto, debe ser supervisado por un adulto para controlar cualquier situación fuera de lo normal.

Si hablamos de la llegada de un bebé a la familia, en un hogar con mascota, hay que presentar al bienvenido con su futuro amigo de cuatro patas de una forma relajada, tranquila y premiando la buena actitud. Hay que observar la reacción del animal y en caso de cualquier duda, consultar con nuestro veterinario. Si deseamos poner restricciones, es mejor empezar unos meses antes para que la mascota no lo relacione con el bebé. Debemos cambiar la rutina de una forma gradual, para adaptarla a la nueva situación, y ser previsores. Una buena experiencia inicial facilitará su relación en el futuro, en la que seguro forjarán una amistad inolvidable.

 


 

Un animal bien adiestrado debe aceptar su inferioridad en la jerarquía familiar, incluso frente a niños. Debe asumir que ocupa el escalón más bajo, sin que ello suponga una desatención o falta de cariño. Lógicamente, los niños son nuestra máxima prioridad, pero también hay que ser conscientes de las responsabilidades que conllevan la tenencia de una mascota, y la atención que requieren. Por último, recordar a los niños que se laven las manos después de jugar con su amigo peludo.

Una mascota no es un juguete para los niños. Antes de adquirirla, pida consejo e infórmese bien. Por otra parte, un animal es un estímulo ideal para un niño, y una bonita experiencia que no olvidará.