Ojo Rojo

Una visión general

El “ojo rojo” es un motivo frecuente de consulta, ya que el propietario percibe que el ojo es un órgano delicado. Y no le falta razón. El ojo rojo puede deberse a múltiples razones: desde problemas anatómicos (conformación de los párpados) o de lubricación (producción de lágrima), a infecciones (locales y generales, por bacterias, virus u hongos).

El “ojo rojo” es un motivo frecuente de consulta, ya que el propietario percibe que el ojo es un órgano delicado. Y no le falta razón. Está muy especializado (la visión), y para ello incluye complejas estructuras, que por otra parte también son muy delicadas. Hay enfermedades específicas del globo ocular o de los tejidos que lo rodean, pero también hay patologías de otras partes del organismo que pueden afectar al ojo de forma secundaria. Por eso, el veterinario realiza un examen general del animal, antes de centrarse en el ojo propiamente. En caso de sospecha, se incluirán otras pruebas como un análisis de sangre o tests específicos para enfermedades (esto es habitual en felinos).

El ojo rojo puede deberse a múltiples razones: desde problemas anatómicos (conformación de los párpados) o de lubricación (producción de lágrima), a infecciones (locales y generales, por bacterias, virus u hongos), reacciones alérgicas que producen conjuntivitis, o glaucoma (aumento de la presión intraocular). Por supuesto, los traumatismos (arañazos) o cuerpos extraños (espigas), que afectan directamente, también son una posible causa, en este caso, por afectación de la córnea.

El facultativo acostumbra a seguir un protocolo, en parte basado en la historia clínica, para descartar posibles causas. Diferentes técnicas permiten evaluar el estado del ojo: podemos medir la cantidad de lágrima, por si no produce suficiente y esto lleva a una irritación; podemos teñir la córnea para observar si hay alguna úlcera; con gotas anestésicas se puede examinar el tercer párpado (la membrana rosa situada en el ángulo cercano al hocico, que en ocasiones muestran por relajación o por molestias) por si hay arena o una espiga. En ocasiones, son necesarios aparatos más especializados, como por ejemplo el que nos permite medir la presión intraocular, por ejemplo, si existe glaucoma. Lo más importante es la observación mediante el oftalmoscopio, aunque según el estado del paciente, no siempre es fácil. Es una especie de lupa graduable, que además dirige un haz de luz, y permite evaluar el ojo a distintas profundidades.

En el menor de los casos, se tratará de una ligera conjuntivitis porque se ha rascado con algo, o ha estado en contacto con una sustancia irritante. La aplicación del tratamiento correspondiente, con la pauta señalada por el veterinario, es suficiente. Si nuestra mascota no para de frotarse los ojos, puede ser necesaria la utilización de una campana. Los fármacos utilizados normalmente son gotas o colirios, que se aplican en el ojo afectado. Tenemos que ser cuidadosos, y procurar que la gota caiga dentro; seguidamente, le cerraremos los párpados para permitir que se extienda bien. Pregunte a su veterinario cómo hacerlo correctamente.

Algunas mascotas, por sus características anatómicas, presentan más a menudo un tipo de problema como por ejemplo el Pekinés, que puede que no cierre completamente los párpados, y la parte central del ojo se reseque y se formen úlceras; el Bulldog, el Shar Pei o el Chow Chow, que por sus pliegues, el párpado esté mal posicionado e irrite constantemente el ojo; algunas razas como el Yorkshire, el Pug o el Cocker Spaniel parecen estar predispuesto a la queratoconjuntivitis seca (falta de producción de lágrima). De todas formas, su centro veterinario le ofrecerá las soluciones quirúrgicas pertinentes para cada caso.

Si tiene el ojo rojo, le molesta la luz, produce mucha lagrima, cierra el párpado o hace legaña de color verdoso, conviene concertar una visita a su veterinario cuanto antes. También debemos ser cuidadosos con el manejo del animal, ya que puede tener reacciones imprevisibles debido al dolor y las molestias que sufra. Si bien normalmente un problema ocular no es una amenaza para la vida de nuestra mascota, sí lo es para su visión, y es por eso que debe ser algo que examinamos a diario cuando cepillamos, acariciamos o jugamos con nuestras mascotas.

Ramon Gayo
Veterinario

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