Hiperactividad

Mascotas terremoto

"... resulta ser un animal demasiado cariñoso, que no deja tranquilas a las personas. Al principio, y de forma breve, nos parece gracioso, pero si este tipo de comportamiento se prolonga es molesto"

Cuando paseamos por el parque, conocemos mascotas de todo tipo. Las hay juguetonas, tímidas, tranquilas, nerviosas, etc. A veces tenemos el placer de conocer a un perro muy simpático, que disfruta con tu presencia, dándote “besos”, saltando ... entonces pensamos que debe ser la mascota más feliz del mundo y que su propietario debe estar encantado. Pues bien, en muchas ocasiones no es así, y resulta ser un animal demasiado cariñoso, que no deja tranquilas a las personas. Al principio, y de forma breve, nos parece gracioso, pero si este tipo de comportamiento se prolonga es molesto.

A pesar de ello, no es una consulta frecuente y la gente tiende a convivir con el problema y aceptar la manera de ser de su mascota. Esto puede ser un error, ya que según nuestra actitud, podemos empeorar la situación con el tiempo.

Este carácter dificulta el aprendizaje y la obediencia, porque el animal no se centra debidamente en el entrenamiento. Esto deriva en mascotas difíciles de controlar en diferentes situaciones (durante el paseo, cuando hay invitados, en el veterinario, etc.). No es extraño que en ocasiones, la hiperactividad esté asociada a otros problemas de la conducta, como la agresividad o la ansiedad por separación, hecho que dificulta el tratamiento.

Los signos pueden ser muy variados, y en ocasiones, se confunden con problemas de comportamiento similares. Los perros con hiperactividad saltan sobre las personas, incluso aunque sean desconocidos, lamen excesivamente, a veces ladran para que se les preste atención (para recibir caricias, comida o juguetes) o no paran de jugar con cualquier cosa. En definitiva, verdaderos terremotos imposibles de parar.

Hay que recalcar que algunas razas (como por ejemplo el Bóxer), y la mayoría de los cachorros o animales jóvenes, son más activos de por si, sin que esto sea un signo de hiperactividad. Es normal que sean juguetones, cariñosos y movidos, pero todo dentro de unos límites razonables. Si esta conducta va demasiado lejos, se vuelve muy molesta y no se puede corregir con un adiestramiento básico, hay que pedir consejo veterinario para descartar enfermedades orgánicas, determinar las causas y aplicar el tratamiento adecuado, que en ocasiones incluye el uso de fármacos para facilitar el adiestramiento y corrección del problema.

Además, tenemos que ser conscientes de que cualquier cambio en la conducta de nuestra mascota, pasa por un cambio en nuestra manera de interaccionar con ella, con el fin de ayudarla. Debemos evitar el castigo, que no se muestra muy eficaz dado que el animal consigue tu atención, aunque sea negativa. Tampoco debemos acceder a sus peticiones por mucho que insista, porque eso los apremia y refuerza el problema.

Lo que tenemos que hacer es lo contrario; darle la espalda e ignorarlo en estas situaciones para que no consiga sus objetivos. Hay que pedir al resto de personas que hagan lo mismo, alejándose si es necesario, hasta que se calme. Es entonces, cuando debemos acercarnos (es decir, que nosotros tomamos la iniciativa) y premiar una respuesta tranquila. Así, conseguiremos que cambie su actitud y relacione un comportamiento más equilibrado con nuestra aprobación.

Lógicamente, esto no se soluciona con el primer intento, y requiere paciencia y constancia para obtener resultados satisfactorios. Pedir ayuda a un profesional es una buena idea, porque diseñará pautas de tratamiento específicas según nuestras circunstancias, que nos ayudarán enormemente a solucionarlo y disfrutar de nuestra mascota.

Ramon Gayo
Veterinario

www.imaginavet.com