Ansiedad por separación

Cuando nos quieren demasiado

Algunos animales sufren exageradamente la ausencia de un miembro de su familia, por diferentes razones no siempre fáciles de identificar; a veces, cuando son cachorros, se les acostumbra a un nivel muy alto de atención (accedemos siempre a jugar con ellos, y nunca les negamos nada), y algunos no asimilan el hecho de estar solos más adelante.

Muchas veces hemos oido hablar de algún perro que no para de ladrar cuando su propietario no está en casa, o que lo destroza todo en su ausencia. Algunos animales sufren exageradamente la ausencia de un miembro de su familia, por diferentes razones no siempre fáciles de identificar; a veces, cuando son cachorros, se les acostumbra a un nivel muy alto de atención (accedemos siempre a jugar con ellos, y nunca les negamos nada), y algunos no asimilan el hecho de estar solos más adelante. Reforzamos una dependencia, sin educarlo a pasar ratos sin estar en contacto con nosotros, y una vez que el problema aparece, no respondemos adecuadamente, agravando la situación (los mimamos cuando vemos que nos reciben con tanto entusiasmo); incluso nos pueden coger miedo si les castigamos por algo que han hecho hace media hora, porque ellos no lo relacionan y no entienden tu actitud.

La ansiedad por separación es un problema frecuente, sobretodo en perros, y que se manifiesta de una manera u otra, según el individuo. Coincide con que nosotros no estamos en casa, o incluso cuando estamos en otra habitación, y la mascota no tiene acceso. Los signos más comunes son los siguientes.

- no para de ladrar

- muerde y araña el mobiliario (muchas veces puertas o los marcos de éstas)

- orina / defeca por la casa

- lamido excesivo de alguna parte de su cuerpo, diarreas y vómitos, etc. (estos signos son menos frecuentes y se dan en casos más extremos, acompañados de los ya mencionados)

Es importante detectar el problema rápidamente, ya que sinó será más difícil solucionarlo. Además, corremos el peligro de empeorar nuestra convivencia, por una falta de entendimiento entre ellos i nosotros, que puede llevar a otras alteraciones del comportamiento. Si vivimos en una comunidad de vecinos, evitaremos molestias innecesarias, acon un pequeño esfuerzo y una pauta adecuada para cambiar su conducta.

Por suerte, este tipo de problema es relativamente fácil de solucionar, utilizando medicamentos tranquilizantes a la vez que se realiza un cambio gradual en nuestra interacción (base fundamental del tratamiento). Por ejemplo, deberemos espaciar cada vez más nuestras ausencias, evitando que note que nos vamos. Al volver no hay que prestarle ninguna atención, porque sino reforzamos su necesidad de atención. Hay que ser estrictos, pese a que es difícil no saludarle y juguetear al llegar a casa, ya que sino reforzamos su dependencia y con ello, su estrés. Por supuesto, son medidas para su reeducación, en estas situaciones concretas, y durante los paseos o en los momentos que nosotros decidamos (y no ellos, que siempre parecen estar dispuestos) podemos disfrutar de su compañía, jugar y mostrarle afecto. Otro truco, es hacerles creer que nos vamos, de manera que desensibilizamos al animal, de ciertos estímulos que lo ponen alerta de que nos vamos, y desencadena su conducta.

Hay que pedir consejo veterinario en estos casos, porque es muy importante determinar que grado padece, y si es necesaria la ayuda de fármacos. Además, podremos informarnos y resolver dudas que nos surjan, y un profesional monitorizará la evolución del tratamiento para asegurar su éxito. Pero lo más importante, como ya hemos dicho, es el cambio de nuestro comportamiento con ellos, así que necesitamos grandes dosis de voluntad y paciencia para ayudar a nuestro amigo a superar el problema, y que aprenda a estar solo, sin que ello le suponga ningún problema.

Ramon Gayo
Veterinario

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