Cachorro (2ª parte)

Su educación

En la primera parte, destacábamos la importancia de una buena socialización y de una educación adecuada, para establecer un vínculo jerárquico con tu mascota y evitar futuros problemas de comportamiento.

Cuando son jóvenes, son muy receptivos a los nuevos estímulos, de manera que los aceptan con normalidad; así mismo, es un buen momento también para educarlo y para tener una buena convivencia.

Así pues, hay pequeños detalles a los que tenemos que prestar atención, tales como:

- Tenemos que comenzar y acabar los juegos cuando nosotros queramos, y siempre "ganar". No tiene que ser posesivo con sus juguetes, de manera que cualquier persona pueda cogerlos.

- En caso de ser mordido o gruñido cuando los movemos de sitio, aunque sea jugando, hay que decir "NO" con voz autoritaria y dar un golpecito en el morro con suficiente fuerza para que entienda que lo que ha hecho está mal, pero sin hacerle daño. Es suficiente con que les sea molesto.

- Tienen que aprender su nombre y órdenes básicas como el "NO" y el "SIÉNTATE"

- Tienen que tolerar que les abras la boca, les cojas el morro con la mano, les toques las orejas, les pongas panza arriba, los examines las extremidades o les cojas en brazos (según su peso). Facilitará el manejo del animal en caso de necesitar ayuda o aplicar tratamientos en el futuro.

- Se tienen que acostumbrar a pasear con la correa sin tirar de ella, o llevar el bozal cuando haga falta, sin ponerse nervioso.

- Tienen que saber esperar hasta que les permitas comer. Cualquier persona debe ser capaz de poner la mano en su plato o comedero mientras está comiendo, sin que proteste.

- Los castigos tienen que ser inmediatos a la falta cometida, porque sino, no relacionan lo que han hecho con tu reacción. Es importante utilizar una voz autoritaria, y el castigo físico está contraindicado. Pero no está de más, golpecitos en el morro o la grupa con fuerza suficiente para que les resulte molesto. No tenemos que ceder al chantaje emocional que hacen cuando nos miran con cara de inocentes, porque sino sabrán que pueden hacer lo que quieren.

- Se tienen que acostumbrar a estar solos durante horas, sin que ladren o destrocen nada. Por eso hay que dejarles juguetes suficientes, y no reforzar con caricias las "bienvenidas" apasionadas con las que nos reciben después de una ausencia. Por otra banda, hay que ser consciente de la importancia de pasar tiempo con nuestra mascota, jugando o paseando, ya que los animales sociables necesitan interaccionar con otros individuos.

En definitiva, cada miembro de la familia tiene que marcar la posición a la mascota, para que sepa qué lugar ocupa, y no hacer excepciones ya que los animales no entienden el "a veces". Las situaciones se tienen que resolver siempre de la misma manera, imponiendo el rango de propietario. La aceptación de las normas evita el estrés que les produce los conflictos ocasionados por una jerarquía mal establecida; hay que favorecer una situación estable donde ellos sean sumisos al resto de individuos. Con nuestra voz, los gesto y el lenguaje corporal, tenemos que ser capaces de transmitir a la mascota nuestra voluntad, que tiene que ser aceptada. Pero no tenemos que olvidar las caricias y el afecto, con voz suave, que también agradecerán y les hará confiar en su propietario, reforzando de manera positiva aquello que deseamos.

Si descuidamos este aspecto, pueden desarrollar problemas de comportamiento como por ejemplo agresividad (con otros animales o con personas con las que convive pero no ha establecido una jerarquía), fobias (ruidos o tipos de personas con las que no ha entrado en contacto de cachorro), o conducta destructiva (por aburrimiento o por ansiedad por separación del propietario por unas horas). Muchos de estos problemas son potencialmente peligrosos para nuestra salud, y a la primera señal o sospecha, hay que buscar consejo veterinario especializado (etólogos), que estudiará el caso y planteará un tratamiento. Todo y eso, dada la complejidad de la materia, los tratamientos son largos e implican un cambio de hábitos nuestros y de comportamiento del animal, que no siempre son fáciles. Por eso, una buena educación a tiempo, ahorra problemas futuros.

Ramon Gayo
Veterinario

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