Problemas de piel (1ª parte)

Los signos más habituales

Muchas enfermedades se pueden manifestar con signos cutáneos, es decir, el problema está en otra parte, pero acaba afectando a la piel (como por ejemplo, enfermedades endocrinas o alergias alimentarias).

Los problemas de piel son uno de los motivos más frecuentes de consulta. La piel es el órgano más grande del organismo, y es el tejido que está en contacto con el exterior, recibiendo estímulos del medio y permitiendo al animal interaccionar con su entorno. La mayoría de los síntomas cutáneos son evidentes al ojo del propietario (alopecias, heridas, el hecho que no pare de rascarse, etc.) y eso también facilita la detección del problema que lleva a la consulta. Pero el diagnóstico de la enfermedad que causa el problema es más complicado.

Los signos más habituales observados en la piel son:

- alopecias (zonas de piel sin pelo). La distribución y las zonas afectadas son muy importantes

- granitos de diferentes tamaños y aspectos, según el agente causante

- rascado excesivo y heridas

- caída del pelo, mala calidad, caspa y mala olor

- orejas sucias, a menudo infectadas

Muchas enfermedades se pueden manifestar con signos cutáneos, es decir, el problema está en otra parte, pero acaba afectando a la piel (como por ejemplo, enfermedades endocrinas o alergias alimentarias). Por esta razón, el clínico tiene que realizar una buena anamnesis (preguntas habituales para recoger datos que ayuden al diagnóstico), una exploración completa (no sólo de la piel) y en muchas ocasiones, hay que hacer diferentes pruebas para descartar las diferentes posibilidades.

Algunas pruebas tardan unos días en mostrar los resultados, como puede ser el cultivo del microorganismo causante del problema (bacteria o hongo). Si no sabemos contra qué organismo nos enfrentamos, el tratamiento puede ser ineficaz o el problema puede recidivar una vez acabemos.

Dado que es el propietario quien convive con su mascota, los datos que pueda aportar son decisivos, así que hay que ser preciso con las explicaciones (apuntarlas antes de la visita si lo creéis conveniente, para no olvidaros de nada) sobre los hábitos de tu mascota, los materiales con los que está en contacto, el tipo de comida al que tiene acceso, desparasitaciones realizadas, productos utilizados, cambios detectados, etc. Incluso hay que tener en cuenta detalles que aparentemente no tienen nada que ver, como puede ser la cantidad de agua que bebe, el aspecto de las heces, o si ha cambiado de carácter.

Ramon Gayo
Veterinario

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