Leyenda del gato negro (2ª parte)

"Las supersticiones, no fundamentadas o asentadas de manera irracional en el ser humano, pueden estar basadas en tradiciones populares, en percepciones subjetivas..."

Según el diccionario de la RAE la palabra superstición tiene dos acepciones:

1. 1 Creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón.

2. 2 Fe desmedida o valoración excesiva respecto de algo.

Las supersticiones, no fundamentadas o asentadas de manera irracional en el ser humano, pueden estar basadas en tradiciones populares, en percepciones subjetivas y relaciones causa efecto arbitrarias pero sucesivas en el tiempo. Ciertas supersticiones pueden sugestionar y calar hondo en un colectivo, a base de repetirlas estas se anclan en la historia y acaban apareciendo como algo real. Esto se agrava si la superstición es alentada y divulgada por un colectivo o individuo con poder, que condicionará de alguna manera, a los que hayan conocido y aceptado sus teorías.

Este fue el caso de las supersticiones que, sobre el gato negro, generó la iglesia en la edad media y que diezmó la especie considerablemente.

Afortunadamente el fanatismo alentado por la desinformación, ya no es un peligro para estos animales, actualmente el gato es el segundo animal de compañía, en los hogares de Europa y EEUU, y comparte con nosotros una existencia tranquila. Aún así todavía hay cierta superstición sobre estos felinos, positiva o negativa dependiendo de en que lugar o país nos encontremos.

Se dice que un gato negro es realmente un vaticinio nefasto, si se cruza en el camino de una persona de derecha a izquierda. También que pierde este carácter de maldad si tiene un lunar blanco en alguna parte del cuerpo.

Existen pueblos en que el encuentro de un gato negro camino de la iglesia el día de la boda da buena suerte, mientras que en otros es símbolo de desgracias conyugales.

Se cree que el gato negro trae buena suerte en los juegos de azar, sobre todo si se toca alguno antes de que empiece el juego.

También se cree que tener un gato negro en casa es símbolo de buena fortuna.

Otra superstición mantiene que encontrarse un gato (no importa el color, sino la dirección) viniendo de cara por el camino trae buena suerte, mientras que verlo de espaldas trae mala suerte. Asimismo, es de buen augurio que un gato nos adelante en el camino.

Cuando un pescador sale de pesca, considera de buen augurio que un gato le preceda, pero muy malo si se le cruza en su camino.

La gente del mar suele estar muy atenta al comportamiento del gato a bordo. Es tradición popular que si el gato corre, juega o salta pronostica tormentas y galernas; si se arroja el gato por la borda o es ahogado en el mar sobrevendrán calamidades al navío y su tripulación.

En España se dice que una persona afortunada tiene siete vidas como los gatos.

Según la creencia popular el matar un gato o sus crías trae mala suerte, de aquí que algunos prefieran pagar a otros para que los maten en caso de ser muy necesaria su desaparición.

Soñar con un gato es de mal agüero.

En algunas regiones del sur de Estados Unidos todavía se piensa que, si se permite a un gato acercarse a un cadáver humano, una horrible desgracia caerá sobre la familia del difunto.

En Sicilia, un gato negro representa el mal de ojo.

En Kentucky existe la creencia de que la visita de un gato negro a una casa es señal de buena suerte, excepto si decide quedarse, en cuyo caso significaría infortunio.

En la Gran Bretaña del siglo XIX, el que un gato negro se paseara por delante de unos novios a punto de casarse representaba felicidad y fecundidad para los contrayentes.

En el pasado, los marineros consideraban que traía buena suerte tener un gato negro a bordo, aunque no se podía pronunciar la palabra "gato", pues hacerlo acarrearía grandes desgracias.

Las mujeres de los marineros solían tener un gato negro en casa para asegurarse de que sus maridos volverían sanos y salvos.

Tània Salas

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